Es necesario que nosotros cómo cristianos comprendamos que nuestra manera de hablar es algo muy importante.
En esta oportunidad quisiera pedirte que meditaras en lo siguiente:
“Muerte y vida están en poder de la lengua, Y los que la aman comerán su fruto.” – Proverbios 18:21
“Vengan, hijos, escúchenme; Les enseñaré el temor del SEÑOR. ¿Quién es el hombre que desea vida Y quiere muchos días para ver el bien? Guarda tu lengua del mal Y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal y haz el bien, Busca la paz y síguela.” – Salmos 34:11-14
¿De qué nos está hablando la Biblia?
De que hay una gran importancia en lo que decimos y cómo lo decimos. Cuando estamos en los caminos del Señor lo que decimos importa muchísimo. Debemos de procurar hablar palabras de vida y no de muerte, de salud y no de enfermedad, de riqueza y no de pobreza, de éxito y no de fracaso, etc.
Vemos que el libro proverbios dice que comeremos de sus frutos (de lo que decimos), podemos comer buenos frutos o malos frutos de lo que sale de nuestra boca. Complementado con lo que dice el libro de Salmos, si queremos ver días buenos, tenemos que guardar nuestra lengua del mal. En el la siguiente parte nos dice que tenemos que apartarnos del mal y seguir el bien.
¿Cómo me aparto del mal y sigo el bien? ¿Cómo busco la paz y la sigo?
Si bien la respuesta a estas preguntas puede ser algo muy amplio, una de las respuestas está en nuestra boca. Sigo el bien hablando lo correcto. Me aparto del mal hablando la verdad (lo que la Biblia dice acerca de las circunstancias).
Nuestras vida se va a alinear a nuestras declaraciones, confesiones y manera de hablar.
Veamos de donde viene este poder:
“»En verdad les digo que cualquiera que diga a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido.” – Marcos 11:23 (NBLA)
“Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.” – Marcos 11:23 (RV60)
Muchas personas dicen cosas como “si yo no lo creo no pasa”, “yo no creo en eso”, “lo digo por molestar” o “no lo decía tan enserio”. Pero vemos que Jesús le dio más importancia a lo que se decía y que eventualmente, para bien o para mal, para darnos buenos o malos día, para darnos vida o muerte, eso se va a terminar materializando.
¿Que dice la Biblia al respecto?
“»El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca.” – Lucas 6:45
Vemos que las personas hablan de la abundancia de su corazón. Si hay abundancia de creencias y pensamientos negativos en el corazón, eventualmente estos pensamientos se van a tornar en palabras y esas palabras van a terminar materializando una vida de bien y o de mal para nosotros, de éxito o de fracaso, etc.
Por eso es que la Dios no exhorta a meditar en su palabra para que tengamos éxito en nuestra vida:
“Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito. Porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito.” – Josué 1:8
“¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, Ni se detiene en el camino de los pecadores, Ni se sienta en la silla de los escarnecedores, Sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, Y en Su ley medita de día y de noche! Será como árbol plantado junto a corrientes de agua, Que da su fruto a su tiempo Y su hoja no se marchita; En todo lo que hace, prospera.” – Salmos 1:1-3
Si meditamos en su palabra de día y de noche, poco a poco nuestra forma de pensar va a ir cambiando, nuestra forma de hablar va a ir cambiando y así también nuestra vida va a ir cambiando.
¿Que pasa si “no lo decía tan enserio” o “era por molestar”?
Veamos que dice la Biblia al respecto:
Cuando Jesús dio la explicación acerca de que nosotros decimos se cumple, lo hizo después de maldecir la higuiera:
“Jesús, hablando a la higuera, le dijo: «Nunca jamás coma nadie fruto de ti». Y Sus discípulos le estaban escuchando.” – Marcos 11:14
“Por la mañana, cuando pasaban, vieron la higuera seca desde las raíces.Entonces Pedro, acordándose, dijo* a Jesús: «Rabí, mira, la higuera que maldijiste se ha secado».Y Jesús respondió*: «Tengan fe en Dios.»En verdad les digo que cualquiera que diga a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido.” – Marcos 11:21-23
Si no fuera importante, ¿Por que Jesús no le dijo a la higuera que diera fruto? Al final del día hubiera sido el mismo resultado si el solamente quería dar un ejemplo, ya que al día siguiente la higuera hubiera dado fruto, pero probablemente no hubiera sido tan impactante.
Vemos que en el capítulo anterior, los discípulos presenciaron un milagro parecido, pero no le comentario o cuestionaron nada al respecto:
“«Vete, tu fe te ha sanado», le dijo Jesús. Al instante el ciego recobró la vista, y lo seguía por el camino.” – Marcos 10:52
Yo creo que los discípulos estaban acostumbrados a ver milagros “positivos” cuando Jesús hablaba, y puede ser que incluso lo consideraran algo normal, es decir, ellos esperaban que hubieran sanidades, liberaciones, etc., y por eso creo que Jesús quería enseñarles que también el hablar de una manera negativa tenía sus consecuencias.
Jesús incluso nos dijo que daríamos cuenta de lo que decimos:
“»Pero Yo les digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio.” – Mateo 12:36
Entonces yo me pregunto, ¿Y si era por molestar?, ¿Y si no era en serio?, ¿Y si era una broma?, ¿Y si realmente no lo creía?, etc.
Si todo fuera así de simple, no habría ninguna razón para que seamos juzgados por ello. Tal vez antes los humanos no sea algo relevante, pero antes Dios si lo es.
Y si alguien piensa que estoy exagerando, veamos que dice Jesús:
“»Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: “NO MATARÁS” y: “Cualquiera que cometa homicidio será culpable ante la corte”.»Pero Yo les digo que todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: “Insensato” a su hermano, será culpable ante la corte suprema; y cualquiera que diga: “Idiota”, será merecedor del infierno de fuego.” – Mateo 5:21-22
Para Jesús, incluso el estar enojado con alguien ya es algo que no se toma a al ligera, y mucho menos el insultar a otra persona. Lo que se dice es importante.
“No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan.” – Efesios 4:29
Conclusiones
No pretendo cargarlos diciéndoles que nunca digan incorrectas o que no convienen, y que les va a ir mal en la vida por eso, ya que la misma Biblia afirma que controlar la lengua es algo extremadamente difícil de hacer:
“pero ningún hombre puede domar la lengua. Es un mal turbulento y lleno de veneno mortal.” – Santiago 3:8
Pero si pretendo animarlos y exhortarlos a que procuren hablar de una manera correcta, tanto para el bien de ustedes y que, como lo dice el libro de los salmos, vivan días buenos, también para que sus palabras puedan ser de edificación para quienes los escuchan.
Muchas veces, para las personas de este mundo (no creyentes) que no entienden este tipo de cosas, van a pensar que hablamos raro o incluso que estamos locos siempre hablando positivo, pero recordemos que no somos de este mundo:
“»Ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo.” – Juan 17:16
Dios en su palabra nos enseñó acerca de lo que se dice y la forma correcta de hablar, procuremos seguir sus ordenanzas al respecto, y si bien controlar la lengua es algo que es en extremo difícil, procuremos que a pesar de nuestras fallas, llegar a ser personas conforme al corazón de Dios. David también peco y cometió muchos errores, pero a pesar de todo eso, llegó a ser un hombre conforme al corazón de Dios.
Vemos que David oraba y le pedía ayuda a Dios para poder hablar correctamente:
“Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de Ti, Oh SEÑOR, roca mía y Redentor mío.” – Salmos 19:14